Al sol, a la sangre, al humo y a la felicidad en general.

septiembre 04, 2011

Se vacía el mar. Las olas se escapan como ánimas al viento, como residuos de ectoplasma humano, ligero ante cualquier ventana abierta.
Remolinos angustioso me relatan las experiencias mas confusas que pude oir.
No los entiendo. No los oigo bien.
Edificaciones completas están siendo derrumbadas, frente a mis ojos.
No escucho nada, el ruido me estremece.
Y mi mirada atónita no sabe bien a donde ir.
Mis pasos de niña errante no me llevan a ninguna parte.
(Y aunque todo esto, es un mal sueño de hace tiempo, tiene estragos en mi garganta anudada; corbata de angustia injustificada).
Finalizo cuando se cierran mis ojos heridos. Cuando caigo en la cuenta de las horas tibias que perdí. Cuando no me acompaña ninguna sombra.

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