Al sol, a la sangre, al humo y a la felicidad en general.

febrero 28, 2011

Estoy enferma de nuevo, de este virus de bienvenida acalorada que me afiebra la vista, de esta tos seca y polvorienta que me sacude los pulmones.
Aún así, el malestar persistente se acumula en el resfrío de mis buenas intenciones y el adormecimiento de las ideas justas que solían pasar por mi, antes sana, cabeza.
Estoy enferma, una especie de tuberculosis emocional me tiene en cama a diario, pensando con angustia en la destrucción de mis enemigos y mi tembloroso cuerpo ansía venganza, una venganza enferma claro, de esas sin razón y mucha estrategia.
Peligra de muerte mi composición física y emocional, pero no me incomoda en los absoluto, antes veré gota a gota desangrarse los pecados mercenarios de los infieles a la norma de mi astuto gobierno.

febrero 27, 2011

Quisiera recurrir a la poesía pagana que me inspira, a las letras sucias de algún escritor perdido, esos que se ven y se esconden en el puerto, con el pelo grasoso y las manos agrietadas, juntando boletas que vuelan entre sus zapatos y perros, que se parecen tanto por lo viejos y sabios. Y con un poco de tinta encontrada, si es que no con sus propias lágrimas borrachas, endulzan mis agrios días con su versos melodramáticos y perdidos, con su falta de cariño hacia la vida que los apuñala.
Me perdería por las tardes entre esos rincones inexplorados de las ciudades disimuladas, que despiertan al esconderse el sol y dejan entrever entre los reflejos dorados de los ocasos diarios, las pequeñeces de un mundo infiltrado y desteñido, pequeñeces que me dan pena y dolor de cabeza al mismo tiempo y me hacen querer abrazar la tibieza del bienestar pasajero y simultáneamente acribillar por la espalda cualquier atisbo de gloria, morder la mano que da de comer y con una carcajada arrojarme al mar.
Suicidio espontaneo, un arrebato causado por la ausencia de las letras rojas de cualquier escritor necropoeta frustrado, como el que conocí hace años, que quiera robarme el aliento con la amargura de sus delirios.

febrero 24, 2011

Clausura

Bosque triste, melodramático y acostumbrado a sufrir.
Color ciruela, color vino tinto, color amanecer saturado.
Parajes inútiles, intento baldío y sediento.
Ya no hay más destellos de luminosidad en tus copas y se destiñen las infructuosas posibilidades de otra cosa, de algo más, de cualquier amago de cambio de escenario.

Ramas finas, látigos dóciles, blandas asquerosidades; cojines carnosos de verguenza.

Huidas detenidas, frenético pero cansado galope de un caballo rojo y malogrado que retumba en un cofre con amplificaciones ruidosas y húmedos rincones.
Más, quisiera escabullirme y desertar del destino artero que me han impuesto mis erráticos pasos. Y no puedo.

Aborrezco mis estados. ¡Que nadie me vea en este valle!
Me encuentro sentada en una cloaca que muy a mi pesar ha absorbido las dulces chispas que pudieron alguna vez habitarme. Y esta arena movediza, este pantano de absoluto vacío me mantiene exánime y desconcertada, queriendo no ser el antojo de tus labios, queriendo que por magia olvidases mi mal nombre y mi malsano e inmundo existir azaroso.

febrero 23, 2011

Ojo agrio

Quiero escribir sobre mi muerte y el aliento tibio de mi boca lo impide.
Me dan ganas de inmortalizarte, trozo de sonrisa lunar.
Sueño un post mortem sin lágrimas, reflexivo espacio no terrenal.

Abstinencia de lineas compulsivas que no me dejan caminar.
Me extravío en los silencios, me petrifico entre ladrillos.

Deslizo un sueño hasta la punta de mi dedo meñique.
Una vulgar risotada me aterriza y veo y siento presencias; son grillos.
Son del tamaño de un auto. No entiendo. ¿Perdóname?

La clemencia carcome mis labios amordazados y me siento como ese libro, ese que me juzgó sin saberlo; porque ahora que lo pienso, he de ser yo la que fue protagonista, heroína muerta de aquellas letras.

Pierdo los estribos y la paciencia, aun así mi cuerpo completo se adormece, son los pasos, son los grilletes de la justicia nocturna.
Un escalofrío recorre mi espalda y un malestar se apodera de mi estómago...



¡Rápidas son mis reacciones! Ante tanta amenaza que imagino.

febrero 22, 2011

Eclipse

Cuando enternezco la voz para adaptarme, bajo la cabeza para asentir, tiembla una mano cuando pinto.
Pasa por mi cabeza fantasma, el desorden que dejan las ideas que se tiran el pelo. Complejo de inmune, me fallas ahora.
Cuando no es tan tarde ni tan temprano, y solemne el cielo se cierra en receso; tartamudean mis lágrimas invisibles que llueven el patio.
Me atraganto pronto, del deja vú de lo que siento.
Mueca y desprecio, introspección y reflejo, idiota me siento.
Agudo síntoma, perforación odiosa, bizarro calambre de mis intenciones humanas.
Voluntad dormida, no despertaste esta vez y yaciste de hierro, olvidándote de mis olvidos.
Peligro y fe insensata, claustro sangriento y eterno de las tardes de mal ánimo.
Limbo nostálgico en mal estado, puente hacia la desesperación. No hay grieta y yo avanzo vendada y triste.

febrero 16, 2011

Se entiende.

Los gatos vuelven a su estado antiguo, a la velocidad sin remilgos y la autoridad por asalto.
Regresión.
Abandono de las comodidades impuestas, traes de vuelta el instinto.
Reconocimiento y olfateo.
Pupilas y melena que no crece, mirada extraña de reservas de poder.

febrero 15, 2011

Extinción.

Agua, traigo agua a mi boca, mi garganta lo está exigiendo.
La voz se me está apagando y necesito un trago.
Necesito ganar y para eso es fundamental remojar mi garganta.
Discrepo, me controlo, respiro, sonrío acaso por dentro; donde no puede verme mi oponente.
Respiro, contengo, pienso y disparo.
Hiero. Con gracia. Con delicadeza, disfrazada de ángel.
Escupo y fijo las pupilas, lastimo.
Mi voz tiembla, pero parece no notarlo nadie.
El agua me delata, redondeo, apunto, agudizo.
Me recupero del agote de mi discurso, un gesto y victoria.
Un gesto y ganancia.
Un gesto y me sorprende la ausencia del torbellino de palabras que esperaba que asaltaran mi cabeza e hicieran eco en las ganas asesinas que tengo a veces de devolver el tiempo.