A veces me incorporo entre humo respirando mis miedos con dificultad, se apaga la chispa que ilumina mi mirada y corro peligro de muerte en manos de mi propia voluntad.
Siento un estremecimiento que envenena y todo parece tan claro, tan tóxico, tan falso.
Y me prometo a mí misma, ocupar el lugar que merezco, subordinarme a mi pasado sin justicia y por fin descansar entre lamentos.
Pero aparece tu mirada escurridiza, escoltando una sonrisa fugitiva y dejo de correr porque se me quita el miedo y entre tanto humo, querido, me incorporo de todas formas, revivo y abro los ojos y mi primera imagen eres tu, inmaculado y adormecido, dormido, perdido, alucinado, soñador.
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