A este odio ciego y automatizado, a este miedo que recorre los minutos.
A la contemplación de las últimas olas, antes de volar hacia la muerte, a este anuncio de desdicha y de infelicidad calcitrante.
A estos pasajes de mi mente corroída, a este infierno que soporto.
A este dolor pusilánime, porque no hay otra palabra.
A estas ideaciones de mierda, perecederos momentos de calma, occiso instante de algo similar a la tranquilidad...
A este vaivén sin respuesta, a esta afilada conmoción interna.
A estos sentimientos de hojalata, llenos de gusanos reptando por los rincones con más terminaciones nerviosas.
A este mareo constante, al vértigo a la inversa, podrida certeza de que no hay retorno, que me he extraviado en este espiral narcotizado y no voy a salir...
No van a tener otro rumbo mis alucinaciones diarias, acaso en realidad no lo sean, acaso sea yo la espectadora de una realidad que quise hacer mía, sin éxito; fracaso rotundo y espeso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario