Al sol, a la sangre, al humo y a la felicidad en general.

agosto 15, 2011

Reclamar a los astros por tanta ausencia de motivos.
Divagar borracha por las pesadillas de quien ha sido torturado por el abandono.
Y la dulzura tenue que extraía de mis memorias de niña, quemarlas junto a las palabras que no debieron ser escritas.
Proclamar ser un mártir y morir por serlo.
Extraviar la coherencia en el cajón cerrado de mi mente.
Ahogarme en el charco que forma la tempestad de mi propia verguenza y asco. (Goterones ácidos y corrosivos que caen despacio donde más duele)
Siniestra la idea, tembloroso el pulso, esquiva la mirada pero determinada la voluntad, esa antigua, esa de quebrar los cristales de las catedrales internas de mi misma.
Correr desesperada por los caminos incoherentes de estas lineas que me salen solas.
Pasear por el reverso de la palma de mi mano.
Y en la suavidad de mis húmedas mejillas, estallar en llanto desenfrenado, en tormentosos gritos angustiados que dejo escapar por el espacio que hay entre la puerta y el piso; invitando a pasar al viento. Invitando a pasar el viento.

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