Ayuno de palabras hirientes, despojo del ardor de mis párpados.
Inútil invocación a invierno/incendio de mis rencores.
Ausencia de ira.
Dulzura terrible, abandono del miedo.
Pintura grotesca de una semana en coma.
Pusilánime conducta que me sacó de aprietos.
Renovada existencia a la sombra de la calle, a salvo.
Inyección.
Trago dulce.
Parpadeo al son del trueno.
Relámpago de sangre.
Y después de esa vuelta larga y tóxica, regreso cansada a mi cama.
Escondo mi cara en la almohada.
Pido perdón a las divinidades originarias.
A los entes floridos, a mis principios dormidos.
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