Al sol, a la sangre, al humo y a la felicidad en general.

abril 02, 2011

El perdón después de los años, la humanidad perdida, los ojos sabios extraviados en los rincones infantiles de lo que fuera antes un paraíso recién encontrado.
La caricia pasajera sin intención de daño, de aprehensión ni tortura. La mirada compasiva, las palabras con ternura que calman los vientos molestos de mis huesos que se trizan por las noches.
Reconocimiento respetuoso de nuestros años juveniles, el rencor queda en la esquina con el polvo de los fantasmas, con los cuerpos corroídos que dejamos de ser.
Y me sirve caminar con tu sombra, escudarme en tu mente aislada y pasear como si fuera nueva en la cuidad, pasear como si no me importara nada y quedarme callada cuando me tiembla el ánimo y reirme contigo de lo que ya a nadie le causa gracia.

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