Al sol, a la sangre, al humo y a la felicidad en general.

abril 14, 2011

A veces me estremezco con las sonrisas amargas o pierdo el pulso entre tanta pesadilla, olvido un zapato en un paisaje que no he visitado.
Amanezco con la cabeza en las nubes, asustada de una realidad que pudiera ser cierta, sin poder moverme de la cama, con los ojos aguados de tierna desesperación. Y suelto una carcajada silenciosa cuando recobro los sentidos de a poco y me descubro en donde debería estar, una noche sin perderme, una madrugada que no me lastima.
A veces busco el peligro a propósito y me tiro de un salto desde el edificio mas alto que vean mis ojos y busco el vértigo y la caída amortiguada por mi voluntad entorpecida.
Y las emociones se mezclan en una sola y me hacen perder la cabeza y el estómago y tiemblo con el sudor frío que recorre mi espalda, mis dientes se astillan y mis dedos se crispan y es un breve dolor, es un breve momento de satisfacción al lado opuesto, el valor absoluto del placer que no se justifica y se calla y se guarda en un cajón, junto a mis pastillas y audífonos, a mis papeles arrugados y a lo que leo sin decirle a nadie.

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