Al sol, a la sangre, al humo y a la felicidad en general.

julio 25, 2011

Acabaré con mis ejércitos.
Volaré al cielo de forma invisible.
No podrán rastrearme los radares ocultos de la desgracia.
Los diablos son más débiles que yo.

(este mono se va hoy al cielo)
Descubierta su identidad secreta.
Perdida su caridad diplomática.
Gastadas las yemas de sus dedos flacos.

Crucifico mis enemigos con un grito de superioridad dormida.
Las sonrisas merecen alcohol y soledad.
Cuartos soleados que siguen viéndose nublados.
Me pierdo dos veces al año y recupero la conciencia en un lugar desconocido.

soy... soy... soy como un soldado genético.
La verguenza es una herramienta y yo soy los ojos cuadruplicados de mil espectadores suceptibles a a la emoción pusilánime de los seres humanos.
La culpa es un delirio y yo soy el receptáculo por excelencia de los escupitajos del cielo.
Señalar con el dedo parece fácil desde un punto de vista ciego. Vestirse de tinieblas es el disfraz de un mendigo de su propia riqueza.
En envase desechable de una bestia. La retención de mi ahogo se tragó el mar.

Mis miradas ahora son diábolicas, la risa sardónica escapa de mi rostro como una luz roja. Detención.
Es el ambivalente péndulo de mi vida sin justicia.
Es el repiqueo de los relojes.
Es el deletreo de mis neologismos.

¿Qué es eso?
¿Son palmeras de un lugar plástico?

Soy la envidia de los infiernos y todos quisieran tener un atisbo de mis pestañas tristes.
Soy la carnada de los dolores.
Soy el pez fácil de los remordimientos que susurran en las calles absurdas.
(no) soy.
Los amaneceres de la paranoia, repletos de cables sueltos, sonoros cortocircuitos que rasgan mi piel como un pañuelo terso.
Huelo mis células chamuscadas y arrugadas. Quito las láminas de carne despacio, me despellejo y sangro. Mi carne abierta como un rosado sacrificio.
Y mis ojos siguen clavados en la pared de enfrente, mártir de causas estúpidas que invento, filosofía antigua y derrocada por la simplicidad de ver el cielo.
Paradigma espontaneo de golpizas.
Rítmica estructura. Compás asqueroso de mi voz.
Amanecer esporádico y eléctrico.
Amanecer caótico.

julio 23, 2011

Jódanse los hijos de puta que no creyeron en mí y en las otras dos.
Jódanse los que ahuyentaron mis miradas con puñales de desosiego.
Jódanse los que me creyeron muerta, dijo Josephine desde el fondo de su dual cárcel.

Liberen los mitos y me huele a desgracia.
Todo gira, todo envuelve, todo pertenece.

Ama a tu padre, mata a tu madre.
Ama a tu padre, ata a tu padre al poste de la esquina.
Suéñalos a ambos devorados por aves salvajes, por bestias de inframundo.

Inmundicias en las calles.
Agitaciones de pañuelo, señales de rendición.

Jódanse los intentos desesperados por CAL-MAR LA SI-TUA-CIÓN.
Jódanse las culpas incrustadas como microchips.

Detesta los tiempos.
Agravia tu hoja de blanca vida, simple y bondadosa.
No encuentras perdón por el delito que no has cometido, no encuentras manchas en las escenas de tus crímenes, porque no los cometiste nunca.
Murieron los cuervos de mi propia existencia, donde duermen demonios y las ocultas ciencias, pasaron de largo volando dormidos, chocaron, sangraron sus cuerpos sombríos.
Fallaron los cálculos de mi rutina de olvidos, donde siempre pasa lo mismo y sólo oigo ruidos. Cambiaron sus puntos, partieron de otro lado, rozaron de cerca mi hombro cansado.
Eclipsaron las tomas de mi película de siempre, ya no salgo en la escena donde hago lo que no quiero y sonrío entre dientes. Reescribo las lineas, configuro la tarde, ya no me importan las desgracias de aquellas cosas que arden.
Floto entre nubes, camino dormida.
Desecho disculpas que ya no necesito. Aparezco entre niebla, atravieso paredes. No es que nada me importe, es que me importa lo que tiembla.
Los susurros de tus ojos, la frondosidad de sus bosques. Las luces que titilan entre tus dedos de helechos. Perderme entre sábanas que no tengo e inventas, dormirme en tu pecho hipnotizada en latidos. Tiembla la tierra cuando tu apareces, cuando cruzas la puerta entre mundo y el otro y en ambos te pertenezco, te pertenezco hasta dormida, hasta olvidada en palabras que ya no se pronuncian, hasta en esas mañanas que llegan sin que nadie las invite, en donde tu pelo de fuego incendia las horas y te extraño a penas te me pierdes de vista y te llamo como loca en mis rumiaciones aturdidas.

julio 17, 2011

Era de noche y había muerto dios.
Estaba en un mundo histérico, dominado por bacterias que comen carne.
Las calles repletas de basura eran el atractivo turístico de la cuidad sin nombre.
Había un agujero en el cielo con la promesa de que todo ardería pronto.
El aire que se respiraba se llamaba sufrimiento, la muerte deambulaba por su calle.
Los puntos suspensivos son su futuro.
La audacia de su anonimato conservan mi ímpetu.
El sol lo verá mañana, cuando las horas que pasen por estas paredes le regalen un nombre, cuando el amanecer tardío de mis ojos redondos (quizá) recuerde anteceder por él ante el juicio de la autocrítica y la inspiración que de pronto se me escapa como un suspiro.
La sombra de mis tiempos, marcada a pulso humano con tinta negra, acariciada por la melancolía y la gracia, la falsa ilusión de lo real.

La sombra de mis tiempos, repetida como falla, emergida de mi pecho. Deformada por los vicios y las costumbres tiernas de mi piel.

La sombra de mis tiempos, golpeada por la falta de simplicidad y exageración del hastío. Atacada por la verborrea de mis noches paranoides.

La sombra de mis tiempos, instalada en este tiempo y adaptada a esta luz. Alargada pero ilusoria, rehuyo de ella en busca de calor.


Y mi fría piel... y mi fría piel...
Usurparé el mar en un ataque de pérdida de fe.
Los ritmos aletargados con los que habla mi mente, me poseen en la enfermedad. Y aunque me causen arcadas matutinas, no me abandona la lenta melodía de sus voces.

Rayaré los cielos con garabatos y retratos de los entes que me abandonaron.
Ubi sunt de quienes se han perdido, petición llorosa de mis labios para que las letras no se aparten de mi absurda relación con la vida, con el aire que respiro, con cada latido de mi corazón sanguinoliento.

Plantaré el dedo de mi pie en la tierra, seré árbol petrificado en una esquina.
Parsimonia tediosa de mi voz a cualquier hora.
Que me apunten los rayos en la cabeza, que me vuelen los sesos las lloviznas amargas de los bosques encantados.

Sinsentido a los placeres. Las nubes han colapsado bajo mis pasos.
Olisqueo constante del temor que adorna el aire.
Peligroso e incoherente viaje. Inmersa me veo, en una oleada de cenizas. Inmersa me veo en el ultra fondo de una marejada que hipnotiza, desborda, llena de dicha mi vida y aplasta al azar con indiferencia.

julio 14, 2011

Tus ojos son como un bosque y he querido decírtelo sin disfrazar las palabras, sin que mi ánimo se repliegue ante la imposible tarea de adornar mi lenguaje.
Tus ojos son un bosque que atardece, con altos árboles orgullosos, vivaces tonos que se alimentan de la luz el día, que respiran el aire más puro que cualquier ser humano podría sentir.

Tus ojos son un bosque misterioso, un laberinto de pasillos en los que me gusta perderme hasta temblar... y así cuando logro vencer el vértigo me pongo de pie y miro a mi alrededor y puedo verlo todo tan claro...
Puedo verme a mi misma en medio de la naturaleza silvestre de tu mirada, puedo sentir la fresca fragancia que baten tus pestañas. Abro los brazos y miro hacia arriba y se vuelve todo un mundo nuevo, de colores frágiles... Como de montañas rozadas por los primeros rayos del sol. Y puedo dar un par de giros, emborrachada de esta sensación brutal que estalla en mi pecho cada vez que miro tus ojos de bosque.

Tus ojos son mi casa en el bosque y así cuando duermes, duermo yo contigo. Cobijada bajo un arbusto salvaje, bebiendo de una laguna encantada, plateada de luna.

Tus ojos son un bosque de eucaliptos, de araucarias, de hongos psicotrópicos y luces danzantes, de brillo de luciérnagas...
Pupilas de oro, de estrellas en mi desierto de perdición. Estrellas que puedo seguir hasta el infinito, sedada, drogada, enamorada, confinada a mirarte, a morir bajo tus párpados...
Una mano en el fondo del río, una noche silenciosa. Frío vapor escapa de mis labios.
¿Escuchas tu también el alarido ausente de las multitudes que no nacieron?
Las posibilidades interminables, las palabras que no quise decir, las que no quise escuchar, las que no... las que... eee...

Unos ojos me miran a través de la ventana con una expresión de agradable vacío.
La muerte de sus pupilas viene a retratar mi rostro sereno y desprolijo.
¡Que sólo queden las sombras de aquello que pasó!

Una voz en otro idioma, en otra frecuencia desde otro mundo.
Una sintonía del caribe.
¿Sientes... sientes también tu la brisa del mar en tu pelo?

Porque los que no existimos damos lo mismo.
Y porque mis pies recorren los campos de hielo justo ahora. JUSTO...AHORA ¿Se entiende?

Mensaje en clave.
Leer entre lineas.

Papelógrafo de tinta de aire...
Etérea sensación contaminante.

HOY


Hoy apuntaré mi cabeza con un revolver.
Seré quien no he sido.
Romperé tu cara.
Asesinaré a tus padres y a los hijos que no tienes.

Hoy resbalaré por la ventana y despertaré del otro lado, para controlarlo todo. TO-DO
Venenosa noche cristalina.
Peligrosa curva imposible de esquivar.
Son los caminos retorcidos por los que me da por caminar.

Escuché voces toda la noche.
No dormí para no soñar.
Son situaciones enajenadas las que me toca experimentar.

Es música y maleficio.
Es humo y ganas de escapar.
Son mis ojos brillosos lo que no quieren pestañear.

Se fundió mi alma en el ocaso de la mañana.
Y es mi cerebro el que no para de sangrar.
Travesía espacial, forma menos triste de viajar.
En los eclipses de medianoche se esconden los aullidos perfectos que esperan escuchar tus oídos adiestrados.
Existe un refugio, en el que creí ser bienvenida y sin embargo el sonido explosivo de un mal sueño me arrojan lejos de la puerta. Como una onda expansiva que me repele de la seguridad de una edificación de resguardo.

Y puede ser la falta de vitaminas.
Y puede ser la imposibilidad de traspasar los muros de cenizas tóxicas.

Lo cierto es que me invade una sensación de desosiego, quisiera desmantelar estas especulaciones.
Quisiera despertar en Marte.
Quisiera llevarte conmigo.
Quisiera evadir el tiroteo abusivo del sabotaje y trampa que crean mis conflictos y cortocircuitos.

julio 12, 2011

Las nubes están muertas, hoy los pájaros negros lloran su duelo.
Las cabezas de todo lo viviente se mojan con la lluvia artificial que hemos creado.
Las islas rodeadas de pena naufragan en su revés.
Los ruidos de la cuidad han estado todo el día en silencio.
Dejó de correr aire por las callejuelas que visito a diario. Me cuesta respirar.
A mis espaldas cargo un tubo de oxígeno, me acostumbré al peso, me acostumbré al dolor en las vertebras; y las miradas ansiosas de quienes agonizan en su asfixia ya no me provocan miedo.
Esta noche estoy viva para conmemorar al frío que se cuela por la ventana, para alzar mis sordos gritos contra la tibieza de lo vivo.
Esta noche recorro a mil kilómetros por hora las carreteras desoladas.
Apilo los cadáveres de los que han caído.
Esta noche soy la más vital, aunque mis ojos exuden muerte, aunque mi boca no hable más.

julio 11, 2011

Del suelo emerge a gotas que se quedan pegadas en el techo. Yo las miro, no tienen sentido.
Se quedan mirándome, clavando su brillo esfera en mi. Yo me asusto, las desafío.
La gravedad no las conoce... Es como... Como si sólo estuvieran ahí, sin motivo aparente; como el llanto de alguien increíblemente feliz.

De las paredes sale el vapor de la tibieza que no existe. Yo lo siento en mi brazo desnudo, no tiene sentido.
Es como si la pintura maltratada de las murallas despidieran un último aliento de vida, yo ya las extraño.
Mi piel las soporta, a riesgo de morir esta noche afiebrada y sola. Balbuceante, estúpida... Increíblemente confundida.

El cielo está verde, casi puedo arrancar las plantas que llueven sobre mi pelo, no tiene sentido.
Estiro mis dedos fríos lo más que puedo pero es inútil, están lejos... tan lejos.
La resignación me arropa, me venda los ojos con el delicado dolor de un alfiler clavado en medio de mi pecho.

No tiene sentido, está todo increíblemente confabulado. ¿Son alarmas o son mis exageraciones?

julio 09, 2011

Ingenio emergiendo del ruido, del sol espantoso tras días de ausencia.
Galope detrás de los ojos, como si fuera un reloj con péndulo.
Gotea mi desesperación por los valles y la incertidumbre duerme siesta en mi cama.
Le doy una vuelta a mi cabeza pisoteando las hierbas podridas que se esconden en las esquinas, pateo las ideas recurrentes. Reemplazo mi ánimo con una pastilla.
Persecuciones cotidianas.

Verguenza manchada en mi cara, mis mejillas sonrojadas y los ojos brillosos.
Tiembla mi mano. Dale un respiro a las batallas vencidas que libran, belicosos mis párpados.

Las oportunidades de morir, las agujas del tiempo... Respiro...
Temerario salto, perdida de equilibrio.
Inyección de sangre, justo en medio de la pupila.

Te miro extasiada.
Una mañana de sol de utilería, de frío viento corrosivo. Pestañas tímidas, oliva y madera.
Camino zigzagueante, lodo en mi huella.
Te miro extasiada.
Promesa que no rompo, reunión en el cielo.
Peligro de perderlo todo, riesgo ciego, salto al abismo, acrobacia en el fuego...

julio 08, 2011

Una frase rara de una película, el gesto de un desconocido en la calle.
Una parte corta de una canción, el color de un pensamiento venido a media tarde.
Los sabores terrestres de las noches y los sonidos crujientes del corredor.
Palabras largas, idea perdida.

Un mundo partido en dos, una calle repartida en trozos.
Cristales desvanecidos se deslizan por un vidrio, paseo por tus ojos bosque oliva hasta perder el aliento.

Siento que somos trenes, siento que nos caemos de un quinto piso juntos.
Siento que somos dos lineas de energía atraída.

Tu voz cortando el aire.
Historia de humedad.
Camino inconsciente, lúgubre luz roja que está en todas partes.
Lúgubre luz roja que sólo nosotros podemos ver.

julio 01, 2011

Crecí despeinada por el viento, azotadas mis piernas por las semillas de los árboles, que son armas, que son municiones.
Caminé entre la tierra, perdiéndome entre el color de las tardes, con las pupilas encendidas en el fuego nocturno, que era refugio, que era seguro.
No corrí, sonreí lo justo y necesario.
No vendí mis creencias.
Estuve sola, no jugué con nadie. Me escondí en varios lugares, hablé conmigo misma por años.
Lloré hasta que pude sonreír. Me miré en el espejo hasta quedar ciega, hasta perderme en mis ojos, hasta no saber quien diablos era.
Peligró mi vida, desafié a la oscuridad, me sentí invisible.
Divagué.
Olvidé.