Al sol, a la sangre, al humo y a la felicidad en general.

julio 14, 2011

Tus ojos son como un bosque y he querido decírtelo sin disfrazar las palabras, sin que mi ánimo se repliegue ante la imposible tarea de adornar mi lenguaje.
Tus ojos son un bosque que atardece, con altos árboles orgullosos, vivaces tonos que se alimentan de la luz el día, que respiran el aire más puro que cualquier ser humano podría sentir.

Tus ojos son un bosque misterioso, un laberinto de pasillos en los que me gusta perderme hasta temblar... y así cuando logro vencer el vértigo me pongo de pie y miro a mi alrededor y puedo verlo todo tan claro...
Puedo verme a mi misma en medio de la naturaleza silvestre de tu mirada, puedo sentir la fresca fragancia que baten tus pestañas. Abro los brazos y miro hacia arriba y se vuelve todo un mundo nuevo, de colores frágiles... Como de montañas rozadas por los primeros rayos del sol. Y puedo dar un par de giros, emborrachada de esta sensación brutal que estalla en mi pecho cada vez que miro tus ojos de bosque.

Tus ojos son mi casa en el bosque y así cuando duermes, duermo yo contigo. Cobijada bajo un arbusto salvaje, bebiendo de una laguna encantada, plateada de luna.

Tus ojos son un bosque de eucaliptos, de araucarias, de hongos psicotrópicos y luces danzantes, de brillo de luciérnagas...
Pupilas de oro, de estrellas en mi desierto de perdición. Estrellas que puedo seguir hasta el infinito, sedada, drogada, enamorada, confinada a mirarte, a morir bajo tus párpados...

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