Al sol, a la sangre, al humo y a la felicidad en general.

julio 25, 2011

La verguenza es una herramienta y yo soy los ojos cuadruplicados de mil espectadores suceptibles a a la emoción pusilánime de los seres humanos.
La culpa es un delirio y yo soy el receptáculo por excelencia de los escupitajos del cielo.
Señalar con el dedo parece fácil desde un punto de vista ciego. Vestirse de tinieblas es el disfraz de un mendigo de su propia riqueza.
En envase desechable de una bestia. La retención de mi ahogo se tragó el mar.

Mis miradas ahora son diábolicas, la risa sardónica escapa de mi rostro como una luz roja. Detención.
Es el ambivalente péndulo de mi vida sin justicia.
Es el repiqueo de los relojes.
Es el deletreo de mis neologismos.

¿Qué es eso?
¿Son palmeras de un lugar plástico?

Soy la envidia de los infiernos y todos quisieran tener un atisbo de mis pestañas tristes.
Soy la carnada de los dolores.
Soy el pez fácil de los remordimientos que susurran en las calles absurdas.
(no) soy.

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