Al sol, a la sangre, al humo y a la felicidad en general.

julio 01, 2011

Crecí despeinada por el viento, azotadas mis piernas por las semillas de los árboles, que son armas, que son municiones.
Caminé entre la tierra, perdiéndome entre el color de las tardes, con las pupilas encendidas en el fuego nocturno, que era refugio, que era seguro.
No corrí, sonreí lo justo y necesario.
No vendí mis creencias.
Estuve sola, no jugué con nadie. Me escondí en varios lugares, hablé conmigo misma por años.
Lloré hasta que pude sonreír. Me miré en el espejo hasta quedar ciega, hasta perderme en mis ojos, hasta no saber quien diablos era.
Peligró mi vida, desafié a la oscuridad, me sentí invisible.
Divagué.
Olvidé.

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