Al sol, a la sangre, al humo y a la felicidad en general.

julio 23, 2011

Murieron los cuervos de mi propia existencia, donde duermen demonios y las ocultas ciencias, pasaron de largo volando dormidos, chocaron, sangraron sus cuerpos sombríos.
Fallaron los cálculos de mi rutina de olvidos, donde siempre pasa lo mismo y sólo oigo ruidos. Cambiaron sus puntos, partieron de otro lado, rozaron de cerca mi hombro cansado.
Eclipsaron las tomas de mi película de siempre, ya no salgo en la escena donde hago lo que no quiero y sonrío entre dientes. Reescribo las lineas, configuro la tarde, ya no me importan las desgracias de aquellas cosas que arden.
Floto entre nubes, camino dormida.
Desecho disculpas que ya no necesito. Aparezco entre niebla, atravieso paredes. No es que nada me importe, es que me importa lo que tiembla.
Los susurros de tus ojos, la frondosidad de sus bosques. Las luces que titilan entre tus dedos de helechos. Perderme entre sábanas que no tengo e inventas, dormirme en tu pecho hipnotizada en latidos. Tiembla la tierra cuando tu apareces, cuando cruzas la puerta entre mundo y el otro y en ambos te pertenezco, te pertenezco hasta dormida, hasta olvidada en palabras que ya no se pronuncian, hasta en esas mañanas que llegan sin que nadie las invite, en donde tu pelo de fuego incendia las horas y te extraño a penas te me pierdes de vista y te llamo como loca en mis rumiaciones aturdidas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario